Después de regresar a casa, me sorprendió la cantidad de sincronicidades que estaba experimentando y que sigo experimentando dos meses después: las cosas encajaban perfectamente con facilidad y con el mínimo esfuerzo. Descubrí que la intensidad de la experiencia, durante un período prolongado de tiempo, en el increíble escenario de Monroe, realmente ayudó a reacondicionar mis patrones de pensamiento.